Youtubeko deskribapena:
"Albricias mortales" de MANUEL DE SUMAYA (1680-1755), en Honor a la Virgen de Guadalupe.
Manuel de Sumaya es una de las figuras más importantes de la música del siglo XVIII en la Nueva España. En otro artículo de Sepiensa hablamos ya de los primeros años de Sumaya, de algunas de sus obras y de la competencia que ganó para ser maestro de capilla de la catedral de la ciudad de México en 1715. A Manuel de Sumaya, maestro de capilla de la catedral de la ciudad de México desde 1715, se le tenía en mucho aprecio debido a lo que hizo por la música en el templo más importante de Nueva España. En primer lugar compuso música de altísima calidad: misas y otras obras religiosas no litúrgicas, como villancicos y cantadas.
En segundo lugar, los instrumentos de la capilla musical aumentaron en cantidad y en variedad durante el periodo en que Sumaya estuvo al frente: sabemos que en 1734 había ya “violines, violas, violones, trompas, clarines, bajones, bajoncillos y otros instrumentos de viento”; además, la historia de uno de los dos grandes órganos que aún conserva la catedral de la ciudad de México tiene que ver con Sumaya. Uno de estos órganos fue hecho en España y se estrenó en 1695. Joseph Nazarre fabricó en México el otro órgano, justamente durante el maestrazgo de capilla de Manuel de Sumaya. Originalmente, Nazarre había sido contratado solamente para hacerle algunas modificaciones al órgano español de la catedral de México, pero en 1734, las autoridades de dicho templo le encargaron la construcción de un segundo órgano. En 1736, Nazarre concluyó la fabricación de dicho instrumento, tras lo que Sumaya, junto con otros músicos de gran importancia, le realizaron un minucioso examen para hacer el estreno oficial poco después.
La música en la catedral de México pasaba por un periodo de esplendor y Sumaya gozaba de gran prestigio cuando Tomás Montaño, amigo de Sumaya, fue nombrado obispo de Oaxaca en 1738. A los casi 60 años, Sumaya decidió trasladarse a la ciudad de Oaxaca, a pesar de que no tuvo permiso de las autoridades de la catedral de México. Con la esperanza de que volviera, en repetidas ocasiones le pidieron su regreso, unas veces con amabilidad y otras con amenazas, pero Sumaya decidió permanecer en Oaxaca. Durante un largo tiempo no se contrató a otro músico que ocupara su puesto, por lo que la capilla musical de la catedral de la ciudad México quedó sin dirección por varios años. Sería hasta 1750 que las autoridades eclesiásticas contrataran a Ignacio de Jerusalem como maestro de capilla de la catedral de la ciudad de México.
Texto:
Albricias mortales
que viene la Aurora,
y la noche triste
parte vergonzosa.
¡Oigan, oigan, oigan!,
que las aves cantan
con voces canoras,
y a su luz saludan
que despiertan sombras.
¡Oigan, oigan, oigan!.
El ruiseñor diestro
dulcemente entona,
que esta Aurora bella
los males mejora.
¡Oigan, oigan, oigan!.
Que entona un jilguero
con voz sonorosa,
que el sol de justicia
en la Aurora asoma.
¡Oigan, oigan, oigan!.
Que